La policía llegó primero a las 4:30 de la tarde de martes. Alrededor de 20 de ellos se encontraban de pie en las calles 19 y Dolores; en las calles 18 y Dolores; 20 y Dolores había más. Entre tres o cuatro patrullas comenzaron a rodear el Parque Dolores. En la colina de hipsters, el área del parque al sur de las canchas de tenis, los agentes en sus motos comenzaron a manejar en círculos sobre el pasto.

Además hubo 3 equipos de televisión y muchos fotógrafos. Con todo y todo, había por lo menos una docena de periodistas todos parados cerca de la entrada del parque, en las calles 19 y Dolores mientras esperaban.

Alrededor de las 5:30 p.m., los manifestantes llegaron y se dispersaron al parque en pequeños grupos. Algunos de ellos traían consigo un gran estandarte negro y con letras blancas el cual decía: “No Pueden Dispararnos a Todos”, en referencia a los dos recientes tiroteos (uno en la estación de BART de Civic Center y otro en Bayview).

En letras pequeñas, en la esquina inferior izquierda decía otra cosa: “—- su madre la policía”.

Los manifestantes comenzaron a marchar a las 6 p.m. Su consigna en inglés era “—- su madre la policía”. Las demás consignas eran: “¿cómo se deletrea asesinato? ¡SFPD! ¿Cómo se deletrea racismo? ¡SFPD!” La fila de manifestantes estuvo acompañada de la policía por ambos lados. A la cabeza de la protesta había agentes en sus motos y al mero final dos camionetas que seguían la protesta tranquilamente. En el asiento del pasajero de una de las camionetas se encontraba el Jefe de la Policía de la Misión Greg Corrales.

El grupo se movió con lo que parece ser un sentido no muy claro de dirección. En cada intersección, la policía detuvo al tránsito peatonal hasta que los manifestantes habían pasado. Caminaron hacia la calle 18 y Castro, en donde una parte del grupo se dividió y marchó hacia el interior de la estación de Muni en Castro habiendo pasado a la brigada policial. Una vez adentro, alguien tiró una bomba de humo y la multitud cundió en pánico mientras la policía entraba. En el exterior, el grupo regresó por la calle 18 y caminó hacia la Misión.

Cuando los manifestantes llegaron a la calle Valencia, dieron vuelta a la izquierda y se detuvieron enfrente de la Estación de Policía de la Misión. Alguien aventó una bomba de humo azul; alguien aventó una luz de bengala la cual aterrizó a los pies de uno de los agentes, a lo cual éste la pateó; alguien aventó lo que parece ser una pintura negra que aterrizó y escurrió en las puertas de vidrio verdoso de la estación.

La policía enfrente de la puerta se agachó, pero no hizo otro movimiento. Un martillo salió volando desde la multitud, golpeó la puerta y rebotó sin haber causado daño aparente a la puerta. Un agente se agachó, agarró el martillo y se lo pasó a otro agente, quien se lo pasó a otro agente, hasta haber desaparecido de la vista.

“¡Avancen! ¡Avancen!”, gritaba la gente en la multitud. La multitud comenzó a volver a moverse hacia la calle Valencia y 16, dio vuelta a la izquierda sobre la Misión y después dio vuelta a la derecha al llegar a Market. El grupo de gente parecía variar en cantidad (entre 50 a 100, sin contar a los periodistas y la policía).

Cuando la manifestación llegó a Van Ness, un grupo más pequeño se dio la vuelta y comenzó a avanzar hacia el Ayuntamiento. “¡No se vayan!” gritaban los otros manifestantes, “están buscando problemas”. El grupo más pequeño regresó y se volvió a unir al grupo más grande el cual continuó marchando por la calle Market.

A las 7:45 p.m., el grupo llegó a las calles Market y 7. La voz de Corrales se escuchaba por el megáfono: “pasen a la acera”, dijo, “les ordeno que obedezcan todas las leyes de tránsito. Cualquiera que no se mueva a la acera será arrestado por cruzar la calle imprudentemente”.

Los manifestantes lo ignoraron y siguieron caminando. En la calle Powell comenzaron a dar la vuelta y caminar colina arriba.

Cuando la policía se dio cuenta que la multitud se dirigía hacia Powell, se adelantaron y comenzaron a decirle a los negocios que cerraran. Los turistas se dispersaron mientras se gritaban entre sí en una variedad de idiomas. Detrás de las puertas de vidrio de los negocios de la calle Powell (Sephora, Burger King) los turistas observaban nerviosos.

La voz de Corrales se volvió a escuchar por el megáfono: “se están convirtiendo en un peligro al público. Se les arrestará”.

Los granaderos se hicieron camino entre los manifestantes para separarlo en grupos hasta que por fin hubo un grupo de varias docenas de manifestantes rodeados de varias docenas de agentes que estaban de pie formando un círculo cerrado con un pie de distancia entre ellos. La policía sacó las esposas de plástico amarradas a sus cinturones y comenzaron a ponérselas a los manifestantes, uno por uno tomándose su tiempo, antes de haberlos llevado a la camioneta de la policía.

Una vez adentro, los manifestantes se sentaron y esperaron a ser arrestados. Pasó una hora antes de que se hubiera terminado todo.

De acuerdo con el agente de la policía de San Francisco Albie Esparza, el departamento realizó aproximadamente 35 arrestos en la manifestación, todos por haberse negado a dispersar después de que se había declarado una congregación ilegal de gente. Por la tarde, se realizaron otros dos arrestos: uno en conexión con la agresión mayor que sucedió en Castro, y otra relacionada con la agresión mayor a un camarógrafo mientras filmaba los hechos.

Follow Us

Andrea hails from Mexico City and lives in the Mission where she works as a community interpreter. She has been involved with Mission Local since 2009 working as a translator and reporter.

Leave a comment

Please keep your comments short and civil. Do not leave multiple comments under multiple names on one article. We will zap comments that fail to adhere to these short and very easy-to-follow rules.

Your email address will not be published. Required fields are marked *