En el cuarto día de la huelga de BART, Roxanne Sanchez no tenía mucho tiempo de sobra. Después de una mañana de reuniones a puerta cerrada, Sanchez terminó terminar una conferencia de prensa en Oakland en la sede del Service Employees International Union Local 1021, en donde dio a conocer que el sindicato había hecho una nueva oferta a la administración de BART, aunque no dio muchos detalles. Minutos después, se encontraba un piso más arriba en la oficina de un colega recitando una línea de Charles Dickens al predicamento actual entre BART y los sindicatos.
“¿Cómo va ese dicho?” preguntó la presidenta del sindicato, que usa lentes y tiene un ligero acento alemán. “’Esta es la mejor época, esta es la peor época’. Eso es lo que tenemos”.
El teléfono celular de Sanchez sonó unos minutos después, y las noticias que recibió hicieron que Sanchez saliera corriendo por la puerta sin tiempo para dar una explicación. “Discúlpenme, tengo que irme”, dijo al regresar a la sala de guerra en el primer piso del edificio.
Para el final de la noche, Sanchez, a quien el público ha llegado a conocer este verano como la cara de los trabajadores de BART, había llegado a un acuerdo con la administración para terminar la huelga del transporte público que hizo que 400,000 pasajeros del área de la bahía encontraran otras opciones de transporte el viernes pasado. Los detalles del acuerdo todavía están saliendo a la luz, pero parece ser que ambos lados hicieron concesiones.
Como presidenae del SEIU 1021 —un sindicato que cuenta con más de 50,000 miembros, incluyendo a muchos empleados de BART— Sanchez ha sido un jugador clave en las negociaciones del contrato. Las pláticas que fracasaron terminaron en dos huelgas este año que no han hecho nada por la imagen pública del sindicato, con encuestas recientes que muestran que la gran mayoría de los residentes del área de la bahía están en contra de la huelga.
Sin embargo, Sanchez está acostumbrada al conflicto. Sanchez argumentó a favor de los trabajadores de BART en las negociaciones de contrato en 2005 que solo evitó una huelga por poco. También ha sido una fuerte voz para la reforma dentro del sindicato, a menudo discrepando con sus superiores a favor de los trabajadores.
“Roxanne es del pueblo”, dijo Pete Castelli, director ejecutivo del SEIU 1021. “Es en realidad una líder y es por eso que creo que la gente la ve diferente. La gente la sigue, y entiende que es una de ellos”.
Una dura negociadora
En círculos sindicales, Sanchez es admirada como una efensora de derechos de los trabajadores que llegó a través de los rangos como empleada de BART. Aquéllos que se han sentado opuestos a Sanchez en la mesa de negociaciones también la ven como inteligente y tenaz, y una verdadera creyente de la causa sindical.
“Roxanne es una persona muy brillante”, dijo Tom Margro, exdirector general de BART. “Muy dogmática. Cree en el sindicato y trabaja muy duro por ellos. Algunas veces es difícil llevarse bien con ella”.
Sanchez fue elegida para el cargo de consejera en SEIU 790, un sindicato más pequeño que antecede al local 1021, en 1994. Sanchez se postuló para presidenta del sindicato en 2000, pero perdió por apenas 25 votos con el titular Marshall Walker III. Sanchez se volvió a postular unos años después y ganó.
En 2010, después de que el liderazgo de SEIU consolidara el local 790 con otros nueve capítulos que crearon al SEIU 1021 Sanchez buscó el puesto principal del nuevo sindicato y ganó fácilmente. Con una campaña llamada “Change 1021” culpó al liderazgo del sindicato por gastar demasiado tiempo y dinero en fiestas, y no suficiente esfuerzo en defender a los trabajadores en una difícil época económica.
Como líder, Sanchez prefiere trabajar detrás de bambalinas al argumentar que se debería dar más poder a los trabajadores individuales en lugar de un estilo de dirección de arriba hacia abajo, dijo Randy Shaw, quien ha escrito sobre Sanchez como editor del sitio de noticias alternativo BeyondChron.
“Es por eso que tiene un perfil tan bajo”, dijo Shaw, quien también es el jefe de Sanchez en la Tenderloin Housing Clinic, en donde ella trabaja como organizadora de la comunidad. “Uno no ve su nombre en todos lados porque ella cree que los trabajadores deben estar al centro, no el liderazgo”.
Cuando las negociaciones llegaron de nuevo en 2005, la huelga parecía inminente. La cantidad de pasajeros de BART había se deterioró, y el sindicato y la administración no podían acordar en cantidades de aumento salarial y beneficios médicos para jubilados. Como presidenta de la división de BART Sanchez fue una de las principales negociadoras que argumentaron en favor de los trabajadores.
Margro, ahora jubilado, declaró que las negociaciones a menudo eran lentas. Margro llegaba a la mesa de cuatro a ocho personas de BART y se encontraba mirando a casi 40 miembros sindicales en el otro lado, dijo. Era inflexible desde cualquier punto, y en una sala llena de miembros sindicales, a menudo era difícil encontrar un punto medio.
“[Sanchez] jugó su parte”, dijo. “Lo hizo bien. Fueron negociaciones difíciles. Pero llegamos a un acuerdo”.
En la política interna del sindicato, la posición de Sanchez como reformadora dispuesta a expresarse la ha colocado en desacuerdo con los puestos altos del SEIU. En 2008, el San Francisco Bay Guardian publicó correos electrónicos internos de SEIU que parecían mostrar a Andy Stern, un trabajador superior, para presidente internacional mientras se organizaba con líderes locales en contra de disidentes antes de una convención de delegados. Sanchez acusó públicamente al personal de “intervenir en el resultado” de la elección de delegados, según el Guardian.
Stern se negó a comentar para este artículo.
Ese mismo mes, en aras de la controversia del liderazgo, Sanchez coredactó un artículo de opinión que subrayaba su filosofía sobre “la democracia sindical”, una creencia de que el personal de sindicatos debe verse a sí mismo como trabajadores de los miembros sindicales que pagan lo que les hace falta, no al revés.
“Roxanne es seguramente una de las personas más inteligentes que conozco, en especial cuando se trata de temas laborales y temas de derechos del trabajador”, dijo Gary Jimenez, vicepresidente regional del este de la bahía para el SEIU 1021. “Ella verdaderamente entiende a la gente de clase trabajadora. Es su forma de pensar. Es por lo que vive”.
Un obstáculo de nuevo
El jueves pasado por la noche, Sanchez anunció que las negociaciones con la administración de BART por un nuevo contrato laboral habían fracasado. Por segunda vez en cuatro meses, los trabajadores de BART se iban a poner en huelga, efectivo a la media noche.
“Lo siento”, dijo en la conferencia de prensa. “Me siento arrepentida. No sé qué decirle al público que ha puesto tanta fe en el liderazgo y responsabilidad en aquellos de nosotros que trabajan en BART. Lo único que puedo decir es que el empleador no ha estado dispuesto a llegar a un acuerdo”.
Desde el principio, parecía que sería difícil de llegar a un acuerdo: los sindicatos querían un aumento del 23.2 por ciento en el curso de cuatro años, mientras que BART ofreció un contrato de cuatro años que otorgaría un aumento del uno por ciento junto con algunas condiciones económicas. Cuando no pudieron llegar a un acuerdo, el sindicato se puso en huelga cuatro días en julio y terminó después de que el gobernador Jerry Brown pidió un periodo de descanso que terminó el diez de octubre. Parecía ser que se evitaría una segunda huelga hasta el anuncio de Sanchez.
Uno de los principales obstáculos en la negociación fue la proposición de la administración de BART de eliminar una cláusula de un contrato conocida como “prácticas beneficiarias pasadas”, algo que los sindicatos se han negado plenamente a ceder en negociaciones pasadas. Si la administración hubiera podido eliminar la cláusula, podría cambiar algunas reglas laborales, como cambiar un sistema de talones de pago en papel, una tarea de un trabajador, por una alternativa electrónica.
En el edificio del SEIU en Oakland el lunes pasado hubo pocas señales de que un acuerdo estaba a pocas horas de lograrse, ya que los miembros sindicales estaban exhaustos y se reunieron para una conferencia de prensa. Era el cuarto día de la huelga, pero las negociaciones maratónicas habían estado llevándose acabo desde hacía más tiempo.
“Estamos en cafeína y de mal humor”, dijo Castelli.
Sin embargo, Sanchez parecía inmutable. Rodeada de micrófonos y cámaras de televisión, acusó a la administración de negligencia a la seguridad del trabajador.
“Lo que en realidad estamos argumentando es cuánta seguridad estamos dispuestos a comprometer”, le dijo a los periodistas. “Y el problema es: no estamos dispuestos a comprometer la seguridad. Y por eso estamos en huelga. Esta es una huelga laboral injusta. Y recuerden esto. Y el público debe entender esto”.
En una entrevista más tarde, Sanchez culpó a la administración por “administrar un sistema de tránsito en dos huelgas que se pudieron haber evitado”.
“Yo creo que la fuerza laboral —AFSCME, ATU, SEIU— se excluyó en las últimas semanas porque entendemos que este empleador es irreconocible para nosotros”, dijo. “Tienen opiniones extremas de dónde y cómo quieren mover este sistema de trenes”.
Hasta ahora, el público no lo ve de esa forma. Una reciente encuesta de KPIX de los residentes del área de la bahía encontró que el 76 por ciento se opone a la huelga, y el 44 por ciento cree que la administración estaba ganando el argumento.
No obstante, Sanchez se mostró desafiante. Cuando la polvareda se calme, Sanchez cree que el público terminará por ver que el sindicato pelea una buena pelea, dijo.
“Oh, se los garantizo”, dijo. “Se los garantizo”.

