La clase de Dinorah Salazar trabaja en problemas de matemáticas antes de comenzar la lección.

Ha pasado un año desde que la primaria Buena Vista se integró a la escuela secundaria Horace Mann para crear una escuela K-8. Asimismo, el mal genio durante la mudanza que se escuchó alguna vez en los pasillos ha comenzado a disminuir.

Cuando se integraron dos escuelas diferentes con dos diferentes poblaciones de alumnos hace un año, el cambio no pasó de largo sin resentimientos. Este año, en la escuela conocida ahora como Buena Vista Horace Mann, el cuerpo académico habla en tiempo pasado de las angustias asociadas con la integración. Las señales de cohesión entre las dos instituciones ha comenzado a florecer.

Incluso así, todavía hay retos. Los administradores se han concentrado en encontrar formas creativas de hacer que dos escuelas diferentes se sientan bienvenidas y seguras bajo un solo techo en el barrio de la Misión.

“En cualquier momento en el que coloque a dos comunidades juntas, habrá dolores asociados con el crecimiento”, dijo Dinorah Salazar, profesora de matemáticas y ciencias de sexto año. “Todavía hay una cierta desconfianza de ambas partes, pero ha mejorado. Es un proceso de construir a la comunidad”.

Este año, el primer día de escuela estuvo bastante lejos de la experiencia escolar de hace un año. En ese entonces, la primaria Buena Vista todavía estaba mudándose en su primer día, dijo el director adjunto Larry Alegre. Los papás de los niños llamaban a Anabel Ibáñez, el vínculo escolar con las familias, preocupados de que sus hijos de primer año irían a la escuela con adolescentes.

Este año, los padres se sintieron más informados y sabían qué esperar, dijo Ibáñez. La escuela estaba más organizada cuando le dio la bienvenida a los alumnos, dijo Salazar, quien le dio crédito al nuevo equipo de liderazgo dirigido por la directora Jennifer Steiner.

La integración sucedió rápido: pasó menos de un año entre las discusiones iniciales y la mudanza que trajo a la primaria Buena Vista, una escuela de inmersión en español altamente buscada y con una lista de espera de hasta 300 alumnos; la secundaria Horace Mann, una escuela de bajo rendimiento alojada en el gran edificio vacante cada vez más debido a una disminución en inscripciones. De repente, una escuela de 236 alumnos inscritos se encontró con más de 600.

Aunque ya ha pasado un año, la integración todavía es un tema sensible. Al hablar del tema, a Salazar se le salen las lágrimas. Aunque comenzó su carrera de enseñanza en la primaria Buena Vista y sus hijos se graduaron del programa de inmersión, ha enseñado en Horace Mann desde hace 20 años. Ambas escuelas, dijo, perdieron parte de su identidad.

“Para nosotros, fue el final de una era”, dijo Salazar. “Fue como una especie de toma hostil. Los sentimientos estaban al descubierto”.

No obstante, la gente ha comenzado a sentirse más cómoda, dijo Ibáñez y agregó que seguramente los alumnos tuvieron una transición más tranquila.

“El primer año es siempre el más difícil. Incluso entonces, los niños estaban bastante felices. Fue una transición intacta para los niños, que es el objetivo final”.

Para aliviar algunas de las molestias asociadas con la integración, la escuela trabajó con el barrio circundante para crear un área en dónde dejar a los niños, lo que significaría menos lugares residenciales para estacionar aunque necesario para una escuela que triplicó su tamaño.

Para ayudar a solidificar la nueva comunidad de K-8, la escuela está trabajando en que los alumnos de secundaria le lean a los alumnos más jóvenes, dijo Ibáñez. Asimismo, tienen eventos que hace que los padres de familia interactúen entre sí.

La escuela está trabajando para crear un calendario adjunto escolar. El año pasado, el cuerpo académico y los padres de familia idearon dos calendarios académicos por separado, dijo Ibáñez.

A pesar de la fusión, la inscripción ha sido constante, dijo Alegre.

La palabra equidad es una que se escucha frecuentemente estos días en la escuela Buena Vista Horace Mann. Lograr la equidad entre dos comunidades muy diferentes puede ser desafiante, declaró Jae Maldonado, coordinadora de la comunidad escolar.

Tan sólo el ocho por ciento de los alumnos de octavo año de Horace Mann obtuvieron un puntaje competente en álgebra el año pasado, dijo Maldonado. Por otro lado, la escuela primaria a menudo tiene una lista de espera de inscripción; su programa de inmersión en español es altamente deseable para familias angloparlantes. Los alumnos que están aprendiendo inglés no siempre perciben los mismos beneficios cuando se trata de pruebas estandarizadas, dijo.

La equidad significa no solo escuchar a padres de familia  que se presentan en la escuela para expresar sus preocupaciones sino también hacer difusión entre los padres de familia que nunca llaman por teléfono, dijo Ibáñez. Significa poner atención a cómo se reparten los recursos para asegurar iguales oportunidades para todos los alumnos.

Por ejemplo, el Teatro del Nuevo Conservatorio de San Francisco tiene una larga historia en ofrecer clases de teatro después de la escuela a alumnos de la primaria Buena Vista por un cargo de $100 dólares. La nueva escuela K-8 quiere conservar dicha relación, dijo Maldonado, pero no todos los alumnos pueden costear el cargo.

Los administradores de la escuela trabajaron con el centro del teatro para ofrecer, además de la programación regular, un seminario de teatro para alumnos de la secundaria a un precio más asequibles para que todos los alumnos puedan participar.

Esto es sólo un ejemplo, dijo Maldonado; los funcionarios escolares están revisando todos los contratos existentes para asegurarse de que los servicios con proveedores externos ayuden a todos los alumnos de la escuela —no sólo a algunos— y que todos los programas sean culturalmente relevantes para que todos los alumnos se puedan identificar con los programas.

La escuela también está cambiando en la forma en que se comunican con los padres de familia. Antes, la información se publicaba en los sitios web de la escuela y del distrito y se les daba a los estudiantes volantes que pudieran llevar a casa. Ahora, los administradores han tomado un papel más activo en la comunicación con las familias que pueden tener un bajo nivel de alfabetización o que no poseen acceso a Internet, y que es posible que tengan varios trabajos. En algunos casos los vínculos escolares para padres de familia visitan los hogares de los alumnos, y la escuela ha decidido tener pláticas informales que se realizan cada semana en el patio de la escuela con el director así como una presentación más formal una vez al mes en la que se sirve café, dijo Maldonado.

Los administradores quieren que los padres de familia y el cuerpo académico comience a pensar en la escuela como una en lugar de dos; no obstante, Alegre sabe que tomará tiempo. Incluso ahora, la escuela todavía tiene dos mascotas: los dragones de Horace Mann y los changos de Buena Vista.

“Eso es una de las cosas que se necesita ver”, dijo Alegre.

La llegada de nuevos profesores ha brindado cohesión, dijo Alegre. Algunos profesores se fueron o se jubilaron, pero varios de los profesores de secundaria fueron transferidos a otras escuelas porque no hablaban español.

El año pasado, Salazar enseñó español; este año está enseñando inglés.

En su página de Facebook, Salazar enlistó su lugar de empleo como la Secundaria Horace Mann y no planea cambiarlo, dijo. No obstante, también prevé un día cuando “Buena Vista Horace Mann” se dirá como un solo nombre en lugar de dos. Después de todo, hay cosas más importantes en qué pensar.

“La vida sigue”, dijo. “Quiero decir, tenemos a niños a los que hay que enseñarles”.

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