Traducción por: Neus Valencia
Casi una docena de trabajadores de Philz Coffee alegan que a varios de los 181 empleados que fueron cesados en un despido masivo la semana pasada, se les dijo que tenían que elegir entre ignorar sus preocupaciones de salud o renunciar — una acusación que la compañía negó.
El despido se hizo efectivo esta semana, y diez baristas le dijeron a Mission Local que varios de los que fueron despedidos habían rechazado las múltiples peticiones de la gerencia de volver al trabajo porque tenían miedo del impacto que el coronavirus tuviera sobre su salud.
Un ejecutivo de Philz dijo que esta acusación se contraponía a las políticas de la empresa, que él calificó de generosas y comprensivas con todos los que padecen de afecciones. El ejecutivo dijo que se despidieron a trabajadores de todos los departamentos y con diferentes antecedentes.
No obstante, los empleados le dijeron a la Misión Local que sentían que los habían despedido deliberadamente debido a sus afecciones médicas, su ansiedad por contraer el virus y el descontento en cuanto a las precauciones de seguridad de la compañía. Muchos de ellos ya habían expresado sus preocupaciones, por ejemplo, cuando el personal de la sucursal de la Misión se retiró del trabajo en señal de protesta a finales de junio.
Después del cierre la empresa contactó a los trabajadores con permiso laboral para que regrésaran
Philz Coffee, que comenzó en la calle 24 y se convirtió en un gigante corporativo con 52 tiendas en todo el país, tuvo que cerrar sus tiendas al igual que todos los negocios después de que el gobierno de la ciudad emitiera la orden de resguardo en casa en marzo.
En ese momento, otorgó permisos laborales a la mayoría de sus empleados en todos los departamentos. El personal recibió el pago del resto de sus turnos programados, muchos de los cuales se extendieron por dos semanas. Los que tenían el seguro médico de Philz lo recibieron hasta mayo.
En abril, la empresa fue recuperando poco a poco el personal a medida que se expandían las operaciones con pedidos por su aplicación móvil. En ese momento, se les preguntó a los empleados si querían volver voluntariamente por un tiempo limitado. Algunos trabajadores dijeron que la gerencia insinuó que habría repercusiones si no regresaban.
“Entendemos que todos ustedes están tomando decisiones en circunstancias inusuales y respetamos absolutamente sus decisiones”, decía en una notificación enviada al personal de Philz el 22 de abril. “Si usted decide rechazar las horas, esto puede afectar su estatus en Philz y cualquier beneficio por desempleo estatal que esté recibiendo actualmente”.
Tony Kincses, residente de la Misión que trabajó para Philz Coffee durante nueve años, dijo que cada dos semanas la gerencia le preguntaba cuándo volvería a trabajar.
Kincses, quien sufre de una enfermedad ósea hereditaria, dijo que la compañía había tenido en consideración sus limitaciones antes de la pandemia. A diferencia de otros trabajadores, por ejemplo, se le permitió trabajar en la caja sentado debido a su afección.
Cuando la gerencia contactó a Kincses para pedirle que fuera a trabajar en los pedidos de la aplicación móvil, él optó por no hacerlo, explicando su preocupación de que le resultaría complicado recuperarse si contrajera COVID-19, debido a su enfermedad ósea.
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Kincses consideró que la notificación del 22 de abril era una “señal de alerta” y un intento de presionarlo para que volviera a trabajar.
“El tono de la conversación definitivamente me hizo sentir que me estaban convenciendo para volver”, dijo Kincses. “Me lo plantearon de una forma negativa porque perdería [los beneficios de desempleo] si no volvía”.
Y no regresó al trabajo. Kincses fue uno de los 181 empleados que fueron despedidos a través de un correo electrónico masivo el viernes pasado.
Chris Santana, jefe de equipo que ha trabajado en el local de Dogpatch desde enero de 2017, dijo que se negó a volver durante el período que tenía con permiso laboral porque vive con su padre de 91 años, que es un sobreviviente de cáncer y veterano de la Segunda Guerra Mundial.
“No es difícil infectarse y contagiar a alguien”, dijo Santana. “Le dije a recursos humanos y a mi gerente que no era seguro para mi familia”.
Para respaldar su situación, Santana obtuvo una carta del departamento de Asuntos de los Veteranos que da fe del riesgo para la frágil salud de su padre, pero la gerencia de Philz dijo que era innecesario. Santana pensó que ellos entendían su situación.
Luego, el 16 de junio, la gerencia le dejó a Santana un mensaje de voz y un correo electrónico en el que le preguntaban cómo se sentía acerca de la idea de regresar a trabajar. Santana dice que les llamó inmediatamente y les dejó un mensaje de voz, pero no recibió respuesta. La siguiente vez que la empresa lo contactó fue el pasado viernes 10 de julio, cuando recibió el correo electrónico de despido masivo.
Emily Hering, barista de Philz de Palo Alto en Middlefield Road, también habló del miedo de contraer COVID-19. Tiene el síndrome de Ehler-Danlos, cuyo efecto secundario es la presión arterial alta. Además, ocasionalmente cuida a su abuela que tiene casi 80 años.
Sin embargo, dijo que la presión para volver a trabajar fue aumentando hasta que le dijeron que volviera.
Mientras estaba ausente con permiso laboral, Hering dijo que tomó capturas de pantalla de las fotos que sus compañeros de trabajo posteaban en redes sociales donde se observa que en la sala de descanso de la tienda no se usa cubrebocas ni hay distanciamiento social, esto lo compartió con Mission Local. Hering dijo que le dijo a la gerencia que no volvería hasta que se trataran estas cuestiones.
Posteriormente, comenta Hering, Philz le envió un formulario de autorización médica para ver si calificaba conforme a la Ley de estadounidenses con discapacidades, en donde se decía que la afección de Hering le imposibilitaba realizar su trabajo. Hering dijo que tenía dudas sobre firmar, y que sentía que sus preocupaciones médicas no estaban incluidas en este tipo de categorización. Ella se negó a firmar y también fue despedida en el correo electrónico masivo.
“Honestamente, me enfureció leer la carta”, dijo Hering. “Todos los que tienen alguna opinión o hacen preguntas son finalmente castigados por no obedecer ciegamente lo que nos dicen”.
La respuesta de Philz a los brotes de COVID-19
Muchos de los empleados despedidos dijeron que sus temores iniciales de reanudar el trabajo se vieron exacerbados por su percepción de la respuesta de Philz ante los brotes de COVID-19 en sus tiendas, enterándose por los trabajadores que habían regresado durante la pandemia. Alegaron que la empresa no informó que el personal de reemplazo o los clientes habían estado expuestos a COVID-19.
En un correo electrónico obtenido por Mission Local se confirmó que el local de la Misión había estado expuesto el 10 de junio y que cerró tan pronto como la gerencia se enteró. Los baristas también alegaron que hubo una exposición reciente en la tienda de Russian Hill.
El representante de Philz dijo que la compañía no puede confirmar estos casos citando razones de confidencialidad. Pero la respuesta hipotética de Philz sería notificar a todo el personal, limpiar a fondo la tienda a través de un servicio externo y abrirla con miembros que no hayan estado en contacto con el empleado que tuvo COVID-19 dentro de las 72 horas.
Robert Thumas, jefe de turno en la sede original de la Misión en las calles 24 y Folsom que fue despedido a principios de julio, había vuelto al trabajo a principios de junio. Después de la exposición en la Misión, él y sus compañeros fueron enviados a casa para estar en cuarentena durante dos semanas.
Sin embargo, Thumas alegó que se trajeron a baristas de otras ubicaciones para suplir los turnos después de los cierres por COVID-19 y que éstos no fueron notificados de que había una exposición a COVID-19. Otros empleados confirmaron esta acusación.
Según el sitio del gobierno de la ciudad, los procedimientos de limpieza de Philz cumplen con las directrices para negocios con respecto a COVID-19. En estas directrices no se exige que las empresas alerten a los clientes sobre posibles exposiciones.
Aun así, los empleados sintieron que el hecho de no avisar a los clientes estaba mal. “Nos enorgullecemos de nuestra relación con nuestros clientes y de ser sinceros con ellos”, decía un correo electrónico que Thumas envió a la gerencia. “No hablo en nombre de todos, pero hablo en solidaridad con mi equipo en la Tienda de la Misión”.
Además, Thumas alegó que cuando los empleados de la tienda de la Misión regresaron, se les proporcionaron termómetros defectuosos y equipo de protección personal inadecuado.
Para protestar por las condiciones de trabajo, Thumas dijo que su personal organizó un paro sorpresivo a finales de junio. La gerencia lo comentó en una llamada de Zoom al día siguiente.
El representante de Philz negó la declaración de Thuman y dijo que la empresa tiene un amplio suministro de Equipo de Protección Personal (EPP) que está disponible para cualquier empleado en todo momento.
Los baristas de otros lugares dijeron que en varios otros locales de Philz no se practicaba un distanciamiento social adecuado y vieron que los empleados llevaban cubrebocas de forma incorrecta.
Un anuncio subido al portal de noticias de los empleados de Philz el 26 de mayo, por ejemplo, enumeraba varias prácticas de COVID-19 y se señalaba que podría traer de vuelta a más trabajadores para “dotar de personal a todos los bares [de baristas] donde fuera necesario”.
La contratación de personal, dijo Rowan Allen barista, de la tienda de Ocean Street, quien también perdió su trabajo, evitó que hubiera distanciamiento social. Allen se percató de esto cuando fueron a la calle Ocean a recoger unos granos de café en abril.
“Ya había demasiado personal contratado”, dijo Allen. “Todos los bares estaban abiertos y no estaban a seis pies de distancia”.
Philz dijo que todos sus locales mantienen un distanciamiento social lo mejor que pueden y evalúan constantemente según lo que dicen los científicos y otros socios para así implementar condiciones de trabajo seguras.
En su mensaje de despido por correo electrónico, Philz Coffee animó a sus trabajadores despedidos a volver a solicitar su trabajo una vez que sus “circunstancias hayan cambiado; por ejemplo, si ya son capaces de trabajar”. Sin embargo, muchos baristas le dijeron a Mission Local que nunca más trabajarían para la empresa a pesar de su antigua afinidad con la marca.
“Si vuelvo a trabajar en la empresa, no puedo hablar de los hechos que ocurrieron”, dijo Kincses. “No me sentiría bien conmigo mismo”.
Uno de los aspectos más preocupantes de la situación, dijo Santana, fue la imagen que Philz continuó presentando. El sitio web de la compañía dice, “No se trata sólo de café — se trata de la gente.”
Una vez Santana creyó que así era. Santana y su esposa fueron en su primera de varias citas a la primera sede de Philz ubicada en la Misión, ahí se tomaron sus fotos de compromiso.
“Es difícil porque tenemos una visión tan idealista de Philz y es desgarrador ver en qué se ha convertido”, dijo Santana. “Sólo sean una empresa tecnológica de café que le gusta estar a la moda y ya. No confundan”.
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