Photo by Guisel Contreras.

La fila de coches que esperan a un pasajero la pasada mañana de viernes daba la vuelta a la cuadra de la calle Virginia en el carril de servicio de auto compartido en North Berkeley. Sin embargo, con una proporción de 15 autos por persona formada, los autos avanzaban tan lento como en el tráfico de cualquier autopista.

La huelga de BART hizo claramente que más pasajeros usen sus autos, pero también hizo que algunos más se formaran en la fila.

Lila Cohen, arquitecta de 35 años de edad que trabaja en San Francisco, estaba usando el carril para auto compartido por primera vez y declaró estar nerviosa sobre no saber qué esperar.

“¿Cómo sé si alguien tiene intenciones fuera de lo común?” preguntó Cohen.

Se dio a la tarea de leer en Internet las reglas del servicio de auto compartido, con todo y una regla que indica que las mujeres pueden negarse a subirse a un auto con un conductor masculino. Cuando Emily White se acercó manejando, Cohen tuvo un buen presentimiento y se subió. Sus instintos estuvieron en lo correcto.

Cohen se enteró que White es la directora regional para la Cruz Roja y que pasa su semana laboral asegurándose de que su comunidad se sienta segura y preparada para cualquier catástrofe posible.

White declaró que hay fortaleza en la cantidad así que siempre se asegura de tener dos pasajeros. White ha manejado en el carril de auto compartido una docena de veces y precisó nunca antes haber tenido ningún problema. En realidad, pocas personas han tenido contratiempos.

La delincuencia en el servicio de auto compartido es raro, según informes de noticias. Cuando los asaltantes tuvieron como objetivo un carril de auto compartido cerca de la estación de BART de Rockridge en septiembre, un pasajero le dijo al S.F. Chronicle que había estado usando el servicio desde hace cinco años sin ningún incidente.

“Es chistoso, nunca ha habido nadie que me haya preocupado. Es la gente de tu barrio. Nunca he tenido esa preocupación, pero no obstante, mi esposo casi siempre está conmigo”, dijo White, mientras manejaba hacia San Francisco.

Su esposo no estaba en este día y fue una navegación sin problemas. En 35 minutos y sin tráfico en el puente de la bahía, las dos mujeres y yo logramos llegar a la ciudad sin tráfico en el puente de la bahía. El semblante alegre de White y la plática tranquilizaron a Cohen. Platicaron de sus profesiones y se rieron en el camino.

“¡Este es el mejor trayecto nunca antes! Muy fácil, muy rápido”, dijo Cohen desde el asiento trasero. “Nos la estamos pasando muy bien”.

White se dio cuenta que servicio de auto compartido es cómodo y puede ser que haga que su tarjeta Clipper se use menos.

“En realidad me ha hecho volver a considerar tomar BART todos los días. Es posible que use más autos compartidos en el futuro”, dijo.

Al final de nuestro viaje, White se estacionó y le dio a Cohen su teléfono y se ofreció a darnos un aventón a casa al final del día.

“Eso es el lado malo del auto compartido, te lleva a la ciudad, pero no hay un sistema fácil y organizado para poder regresar a casa”, dijo White.

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Guisel Contreras credits her keen sense of smell for her love of food. Her super-sniffer led her off the street and into Dandelion Chocolate, where the “Madagascar” won her heart. “I’m excited to go beyond the typical [restaurant] review.” Follow her nose on Mission Local.

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