A sign at a Mission Street bus stop warns commuters about crowding during the July 2013 BART strike.

Leanna Peng, de Oakland, está contenta de poder salir de la ciudad este sábado. No solo porque tendrá dos semanas de vacación de su trabajo en San Francisco, sino porque el lunes no estará en caso de que los empleados del Transporte Rápido del Área de la Bahía decidan otra vez ponerse en huelga.

“Me subo mucho al BART”, dijo, mientras esperaba un autobús hacia el Este de la Bahía. Solo otras dos personas están formadas esperando en la terminal transbahía de San Francisco en las calles Howard y Beale el pasado miércoles por la tarde. “Me tomó mucho tiempo por supuesto llegar a casa”, dijo en referencia a la última huelga de BART durante la primera semana de julio.

Los pasajeros del Área de la Bahía, los empleados de la pficina de transporte municipal de San Francisco (SFMTA, por sus siglas en inglés) y los guardias de seguridad de la terminal transbahía se están preparando para otra huelga que podría suceder el lunes por la mañana si BART y sus sindicatos no llegan a un acuerdo para cuando el contrato se venza el domingo por la noche. Debido a que la última huelga fue durante una semana festiva, varios pasajeros estuvieron fuera de la ciudad o se quedaron en casa, lo que significa que el número de pasajeros podría ser más alto esta vez.

Los funcionarios de BART y los sindicatos todavía tienen que llegar a un acuerdo entorno a las preocupaciones sobre la paga, las contribuciones al seguro médico y jubilaciones. La propuesta actual incluye un aumento del ocho por ciento en cuatro años, un cinco por ciento en contribuciones a jubilación del empleado y un diez por ciento a contribuciones de seguro médico al empleado, de acuerdo con una declaración emitida por BART el 30 de julio.

“No estoy a la espera de la próxima [huelga]”, dijo Marcus Sewell, guardia de seguridad para Universal Protection Private Security. En la terminal transbahía, Sewell apuntó hacia la calle en donde hay filas de gente que llegaban hasta la esquina durante la última huelga. “Fue caótico aquí”.

Sewell, quien trabajó dos días de los cuatro días y medio que hubo huelga, recuerda que los autobuses estaban llenos, la gente se metía en la fila para evitar tener que esperar el autobús y pasaban horas ayudando a los pasajeros a abordar autobuses. “Todo mundo estaba empacado como sardinas”, dijo.

La compañía de seguridad le ha advertido a los empleados de una posible huelga, dijo Sewell, pero no ha hecho cambios drásticos. “Ellos saben que lo manejé bastante bien la última vez”, dijo orgulloso.

Kristen Holland, vocera de la SFMTA, declaró que durante la huelga de julio, hubo un aumento del 14 por ciento por día en pasajeros del sistema Muni. En el corredor de la Misión, hubo un aumento del 40 por ciento en pasajeros de Muni.

“No cabe duda de que eso nos muestra un buen lugar para enfocarnos”, dijo Holland, quien aclaró que la agencia de transporte va a monitorear de cerca el corredor si la huelga se lleva acabo, y le darán prioridad al servicio ahí. Asimismo, la SFMTA planea expandir su servicio normal en el que comparten vehículos al agregar una segunda ubicación para recoger a pasajeros en la calle Spear.

“Estamos planeando que va a pasar lo peor pero esperando por lo mejor”, dijo Holland.

Algunos pasajeros no han escuchado de la posible huelga. De pie en la plataforma de la estación de la Misión en la calle 24 a la espera del tren a la bahía del este, Alexey Gulenko y Patty Wu se ven preocupados cuando escuchan que su trayecto podría interrumpirse. Wu usa BART todos los días desde su casa en la Misión hacia su trabajo en Union City.

Durante la +’﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽r otro plan.

e suspenderse, tendrvuelven a poner en huelga. Montano vive en Fairfield y trabaja en Walnut Creek, pero última huelga, trabajó desde casa porque compartir un auto o tomar el ferry al trabajo le hubiera tomado hasta cuatro horas el viaje de ida y de regreso. “Más cómodo y eficiente”, dijo sobre trabajar desde casa.

Los pasajeros como Kristina no tienen el lujo de trabajar afuera de la oficina. La muchacha de 26 años de edad, que se negó a dar su apellido, vive en San Pablo y trabaja en Daly City. Kristina explicó que su única opción durante la última huelga fue quedarse con un conocido en el sur de San Francisco. “Era eso o que me despidieran”, dijo.

Kristina pasó una semana en lo que sintió ser una situación injusta, tan solo poder llegar al trabajo a tiempo. Si no hubiera logrado arreglárselas, no hubiera habido nadie que la cubriera en la organización sin fines de lucro que trabaja con jóvenes en adopción temporal.

“Crea situaciones incómodas con gente desconocida”, dijo sobre la situación de que BART se ponga en huelga.

Lay, de 17 años de edad, quien también se negó a dar su apellido, declaró que estaba fuera de la ciudad durante la última huelga, pero que su madrina, quien vive en Hayward y trabaja en San Francisco, preguntó si podía quedarse en la habitación de Lay.

“Pienso que apesta para la gente que depende de él”, dijo. Lay toma BART cinco días a la semana desde su casa en el Distrito de Balboa a su trabajo en la tienda Adidas en el centro de San Francisco. En caso de otra huelga, tendría que recurrir a su plan de respaldo.

“Podría tomar el M”, dijo en referencia a la ruta de Muni, “pero sé que va a ir lleno”.

Luis Montano, ingeniero civil, opina que estaría decepcionado si los empleados de BART se vuelven a poner en huelga. Montano vive en Fairfield y trabaja en Walnut Creek, pero algunas veces lo envían a San Francisco por su trabajo. Montano explicó que si BART tuviera que suspenderse, tendría que idear otro plan.

“(Mi trabajo) me enviaría aquí, pero tendría que manejar“, dijo. “No quisiera manejar acá. El tráfico y estacionar… es difícil”.

Si no se llega a un acuerdo para la fecha límite el domingo, seguramente los sindicatos emitirán un comunicado de huelga de 72 horas. Sin embargo, no está claro cuánto durará la huelga. Peng, quien regresara de vacaciones en dos semanas, se pregunta si podrá llegar a casa desde el aeropuerto.

“En realidad, estoy un poco preocupada”, dijo. “Simplemente no estoy segura de cuánto me va a tomar regresar a Oakland si la huelga continúa”.

Marcus Sewell, el guardia de seguridad, está programado para trabajar el lunes por la tarde. Cuando llegue a su turno en la terminal transbahía, muchos de los 400,000 pasajeros diarios de BART podrían estar esperando en largas filas para autobuses al este de la bahía. Por el momento, Sewell disfruta de la tranquilidad de una estación de autobús vacía.

“Así es como me gusta”, dijo.

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Molly is a multimedia journalist, editor, photographer and illustrator. She has contributed to dozens of publications, and most recently, served as Editor of the Pacific Sun. To view more of her work, visit mollyoleson.com.

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