En un reciente jueves, Roberto Hernández estaba ante un auditorio repleto de autoridades municipales y cientos de colegas organizadores de la comunidad.
“Estoy cansado de recaudar dinero para ataúdes”, anunció. “La norma es echarse al suelo cuando escuchamos balazos. El programa Head Start en las calles 24 y Harrison tiene ejercicios antibalaceras para niños entre tres y cinco años de edad. Eso es inaceptable”.
Con el apoyo de oficinas municipales y el supervisor del Distrito 9, David Campos, Hernández ha dirigido un esfuerzo para crear un plan de cinco años para terminar la violencia en la Misión a causa de armas, la cual se ha llevado la vida de cientos de latinos en las últimas décadas.
Los homicidios en el barrio aumentaron un 50% el año pasado, de seis en 2011 a nueve en 2012. Este año comenzó mal cuando un muchacho, el cual según la policía era un conocido miembro de pandillas, estuvo en un accidente de tránsito que mató a dos personas la mañana del primero de enero, poco después de una balacera cerca de ahí, precisó la policía.
“Lo que sea que estemos haciendo: ya no funciona”, dijo Hernández.
Cientos de organizadores de la comunidad se reunieron el 31 de enero en la escuela secundaria Everett para discutir las soluciones para terminar con la violencia a causa de armas en la Misión. Este es el primero de dos talleres dirigidos al desarrollo e implementación de un extenso plan que funcionará con la ayuda de la ciudad. Los elementos del plan vincularán a las oficinas que brindan servicios de todo tipo desde la eliminación de tatuajes y apoyo de salud mental a la compra de armas de fuego y un programa de contratación de jóvenes en riesgo para ayudarles a contrarrestar la influencia que las pandillas tienen y que ejercen al atraer a los niños con regalos.
Existe una posibilidad de un gran cambio ahora que la violencia de armas y la salud mental han estado bajo el reflector después de la masacre en Sandy Hook, Connecticut, precisaron los organizadores. El objetivo es tratar la violencia de armas como un problema de salud mental para encontrar las raíces que lo propician.
Ideando Nuevas Soluciones
En la reunión, los organizadores que vinieron desde San José al Western Addition se expresaron en cuanto a cuáles son las mejores prácticas de difusión a los jóvenes más vulnerables. La primer tarea, dijeron, es superar el estigma social que rodea a la enfermedad mental, la agresión sexual y el abuso de sustancias en la comunidad. Asimismo, los expertos concordaron en que la difusión debe hacerse entre los jóvenes de edad temprana, comenzando en el hogar.
“Comienza con la capacitación de padres de familia, porque algunos papás no siempre mantienen a los hijos en el camino apropiado”, dijo Julio Escobar, coordinador del Ministro de Justicia Restaurativa de la Archidiócesis de San Francisco. Escobar declaró que el énfasis se debe hacer en los jóvenes.
Escobar, quien ha trabajado con jóvenes en la cárcel desde hace 18 años, tuvieron tres servicios funerarios en las banquetas para personas que fueron asesinadas en el Distrito de la Misión el año pasado.
Los padres de familia y los mentores tienen que estar en contacto a los jóvenes desde chicos, dijo Robert Moser, capitán de la policía del Distrito de la Misión, ya que el reclutamiento de pandillas comienza tan temprano como en los vulnerables años de secundaria.
Las pandillas cortejan a los jóvenes al comprarles ropa y zapatos, dijo Moser.
La respuesta amplia tiene que ver con conocerse entre docenas de organizaciones sin fines de lucro del barrio que brindan desde vivienda a orientación. El Centro de Recursos Centroamericanos (CARECEN, por sus siglas en inglés), por ejemplo, tiene un programa de eliminación de tatuajes, mientras que el Instituto Familiar de la Raza brinda servicios de salud mental con conocimiento cultural de la gente a la que ayudan. No obstante, ambos tienen listas de espera.
Christina Olague, asistente ejecutiva en Arriba Juntos, una organización sin fines de lucro que le ayuda a la gente a encontrar trabajo, aclaró que las fundaciones ya existen para atender muchas de dichas preocupaciones.
“No es como si estuviéramos empezando desde cero”, dijo Olague. “Tenemos que observar los bienes que tenemos en nuestra comunidad”.
El plan también incluirá la ayuda de 500 jóvenes identificados como en riesgo para que encuentren trabajo. Hernández declaró querer que la ciudad contrate jóvenes para trabajo de construcción de corto plazo en la nueva área Warriors, el metro central y el desarrollo Lennar en Bayview.
Los organizadores que han estado en la comunidad desde hace tiempo en la Misión fueron la fuerza dominante en la reunión. Los que no estuvieron presentes fueron aquéllos a los que se les refiere incómodamente como los “nuevos residentes”.
Olague declaró que los organizadores intentarán tocar las puertas para enlistar a más partidarios. “Cuando se empieza por primera vez y la conversación continúa, lo natural es acudir a un grupo que se sabe tienen algún nivel de experiencia”, dijo Olague. “No nos excluye de hacer difusión adicional para traer a más gente”.
El supervisor David Campos declaró que es prematuro hablar de financiamiento, pero algunos de los organizadores de la comunidad esperan que parte del financiamiento provenga de los $30 millones de Neighborhood Promise Grant que la oficina de desarrollo económico de la Misión obtuvo a través del Departamento de Educación de los Estados Unidos.
Actualmente, los grupos se encuentran en pláticas, de acuerdo con Víctor Corral de MEDA.
“Sé que están tratando de abordar los mismos problemas; necesitamos hablar de cómo trabajar juntos”, dijo. “Queremos lograr algunas de las mismas metas, sólo estamos pasando por una fuente de financiamiento establecido a través de un modelo comprobado”.
Por su parte, Campos planea gastar gran parte de su designación distrital anual de $100,000 en un programa diseñado para la Misión en el que se compran las armas de gente que las posee.
Existe un precedente histórico para los organizadores de la comunidad que crean un grupo entorno a ciertos temas en la Misión. En los años 60, alrededor de 10,000 miembros de la comunidad fueron a las calles para manifestarse en contra de un gran plan de vivienda. Tuvieron éxito en detener el desarrollo, y el movimiento desató algunas de las organizaciones que se presentaron en la reunión del 31 de enero.
Los organizadores declararon estar actuando ahora porque creen que hay apoyo de la ciudad en intentar nuevos métodos para mitigar la violencia.
“Los agentes han venido con nosotros a decirnos: “estamos cansados de este ciclo: hacemos arrestos y salen”. Necesitamos romper este ciclo’”, dijo Campos. Hace poco, Campos subrayó que el departamento de policía está trabajando de cerca con intervenciones de la violencia de la Red de Respuesta de la Comunidad —un nuevo grupo.
La red le ayuda a las familias que han sido victimizadas por la violencia al ayudarles con costos funerarios y al sacar a los chicos a comer pizza o al cine cuando hay un ambiente tenso. No obstante, después de años de recortes presupuestales se han tenido que consolidar tres oficinas del barrio en un grupo municipal.
“Van de crisis en crisis”, dijo Hernández. “Es un ciclo. Alguien muere y hay un gran escándalo. La policía llega y patrulla más, y después vuelve a ser lo mismo”.
Las Víctimas
Entre abrazos, fotografías y recuerdos, la discusión pasó de fallecimientos a armas de fuego.
“Hoy estamos aquí por Letty”, dijo Hernández.
Leticia Ramírez, de 33 años de edad y madre soltera de cuatro, fue asesinada a balazos en una balacera relacionada con pandillas el 28 de abril de 2011 afuera de su casa mientras estaba platicando con amigos. Su pérdida sorprendió a la comunidad. “Letty estaba criando a cuatro niños, pero ese día estaba afuera de su casa sentada en una bonita tarde y la balacearon”, dijo Hernandez con un tono de voz alto. “Eso es inaceptable —inaceptable”.
Los organizadores declararon que se volverán a reunir el jueves 28 de febrero en la escuela secundaria Everett.