Lo que comenzó como una celebración de la victoria de los Gigantes de San Francisco contra los Tigres de Detroit (4-3) por la Serie Mundial se convirtió rápidamente en un completo desorden en la Misión.

Poco después de que el lanzador de los Gigantes Sergio Romo le lanzó una bola rápida a Miguel Cabrera de los Detroit para terminar la entrada adicional, los bares de la Misión se vaciaron y los admiradores enloquecieron. Casi todos vestían de naranja y negro y ondeaban escobas como símbolo del equipo al haber arrasado en el juego de cuatro partidos.

Los gritos llegaban desde ventanas y aceras; había cohetes y champaña; la gente bailaba en los techos de los autos y corría por las calles gritando “Let’s Go Giants”.

No obstante, la fase festiva pronto cambió a “incendiemos algo”. Hubo más de seis fogatas en las que quemaron basura, latas de basura, botes de reciclaje, puestos de periódicos, sofás y colchones. Cientos de personas se reunieron entorno a las fogatas y saltaron alrededor mientras alimentaban las llamas de la fogata hasta pasada la una de la madrugada de lunes.

“No he visto esto aquí”, dijo Adal Burman sobre la celebración y los incendios que comenzaron alrededor de las nueve de la noche. “Simplemente no parece tener mucho que ver con el béisbol”.

Para algunos, la celebración fue tranquila en comparación al 2010, cuando los Gigantes ganaron el título por primera vez desde que el equipo se mudó a San Francisco.

“Esto es una locura, pero no parece tan alborotado como en la última Serie Mundial”, dijo un transeúnte quien se identificó como Rehan.

“Esto no es normal”, dijo otro observador. “La gente en San Francisco es salvaje”.

Los helicópteros rondaban por encima mientras los granaderos intentaban hacer que el tránsito avanzara para impedirle a los fanáticos que entraran a las calles en las que los incendios se estaban esparciendo. Sin embargo, de acuerdo con la policía, el departamento de bomberos planeó que intervendría sólo si los incendios se acercaban a los edificios.

Una señora mayor discapacitada llamada Ángel y que se mostraba inquieta a causa de la conmoción decidió tomar cartas en el asunto. “Todo mundo me respeta por aquí, así que casi siempre me escuchan”, dijo. “Agarré el único extintor que tenía”. Ángel intentó apagar el incendio hasta que una rebele multitud superó su esfuerzo al seguir alimentando el fuego.

Mientras los Gigantes se bañaban en champaña en el hotel Motor City, 10,000 admiradores celebraron enfrente e una pantalla digital en la plaza del Centro Cívico de San Francisco bajo una luna llena y luces naranjas. Fue una noche memorable para los admiradores de un equipo que ha ganado dos títulos de la Serie Mundial en tres años.

“Sostuve esta escoba sabiendo que era posible que maldecir al equipo y darles mala suerte”, dijo Joe Kukura, quien vestía una bandana negra con naranja en la calle 16, después del juego. “Pero, ¿sabe qué? El equipo no estaba maldecido ni salado. ¡El equipo ganó! ¡2012! ¡Gigantes!”

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Rigoberto Hernandez is a journalism student at San Francisco State University. He has interned at The Oregonian and The Orange County Register, but prefers to report on the Mission District. In his spare time he can be found riding his bike around the city, going to Giants games and admiring the Stable building.

Molly is a multimedia journalist, editor, photographer and illustrator. She has contributed to dozens of publications, and most recently, served as Editor of the Pacific Sun. To view more of her work, visit mollyoleson.com.

Arts & Culture reporter at Mission Local

@MrSurrealista

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