Traducido por Andrea Valencia

En un viernes reciente, Rocío Bautista, propietaria de Inkza Hand Crafts ubicado en el 2260 de la calle Misión, decidió asistir al laboratorio de cómputo de la Oficina de Desarrollo Económico de la Misión. Al llegar se encontró con una sala llena, en su mayoría de empresarias latinas con suficiente conocimiento como para entender que necesitaban conocer una herramienta del negocio que para muchos de sus conocidos evoca una reacción instintiva: Facebook.

“El ochenta por ciento de la gente que viene a mi negocio sobre la calle Misión no está interesada en artesanías. Con Facebook quiero poder llegar a la gente que sí le interesa”, dijo Bautista a principios de la semana.

También lo hicieron así otros que asistieron al seminario –un grupo de personas que incluía a un florista, joyero, propietario de restaurante y el único hombre, un optometrista.

Fue el primer taller de esta naturaleza y Mariana Chuquín, vicepresidenta de la Asociación para Pequeñas Empresas de la Misión decidió abrirlo con un liderazgo apropiado. “Disfrutarán de Facebook, pero no pierdan esta oportunidad para aprender a usarlo y promover su negocio”, les insistió.

Alexandra Ovalle, instructora de cómputo de Caminos, una organización sin fines de lucro que ayuda a la comunidad latina a que incursionen en la red, comenzó su presentación en PowerPoint. Esta fue la primera vez que enseñaba el taller de Facebook el cual fue desarrollado por la Oficina de Desarrollo Económico de la Misión junto con Caminos y creado para cerrar la brecha tecnológica de los latinos, en comparación con el 78% de quienes no son latinos.

Rocío Bautista en el taller de Facebook.

En el aula, dos docenas de caras concentradas seguían al pie de la letra las instrucciones de Ovalle. Para dos artesanas de Ecuador que se encontraban en la parte de atrás de la clase, incluso el Internet era algo nuevo. Silvia, una mujer que acaba de poner su librería y se negó a dar su apellido, era una de las pocas personas que conocía Facebook y mientras otras abrían cuentas de correo electrónico, comentó en la actividad de su amiga y en sus fotos.

Finalmente todo mundo se registró y se encontraba en la misma página web. “Con Facebook podrán estar en contacto con sus amigos, compartir fotos con sus familias al otro lado del mundo y divertirse”, explicó Ovalle y después insistió en que todo mundo experimentara en su muro. “¡Vamos, díganle a sus amigos cómo se sienten!”

Silvia, veterana de Facebook, compartió que estaba tomando una clase de cómputo. Sin embargo, Bautista de Inkza Crafts, sólo mostró una pequeña luz de su mundo interior: “Estoy feliz” confesó en su muro.

No obstante, pronto se había acabado la diversión. Era hora de abrir un grupo en línea sobre su negocio en la página de Facebook. Las alumnas se concentraron, y la clase se encontró en silencio mientras creaban sus páginas. Los minutos pasaron mientras describían sus productos y por qué los vendían. Patricia, una mujer que espera entrar al negocio de la aromaterapia estaba perpleja. Decidió continuar llenando las formas de Facebook en casa. Necesitaba un poco más de tiempo para pensar sobre su negocio.

Cuando Ovalle terminó para las 8 de la noche, la gente se veía feliz de toda la información que habían adquirido. “No olviden traer el logo y las fotos de su negocio para el próximo taller que será el 17 de septiembre”, dijo.

Como muchos de los otros participantes, la página de Inkza Crafts todavía se veía un poco vacía pero Bautista estaba llena de planes. Espera poder mostrar su nueva colección de sombreros en línea y avisarle a amigos sobre próximas ventas.

Luis Picuasi, quien vende sus artesanías los días sábados en el Mercado de Artesanía de la Misión sobre la calle 24, piensa en grande y espera poder usar Facebook para vender sus artesanías en el extranjero.

Chuquín de la Asociación de Pequeñas Empresas de la Misión se veía complacida. “Nosotras las mujeres latinas necesitamos actualizarnos, pero nunca esperé que viniera tanta gente esta noche”, dijo.

Al final de la noche y con 25 negocios habiendo abierto sus puertas virtuales en la red social más grande del mundo, tanto ella como su hija se dedicaron a celebrar con botanas y tortillas.

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Caroline Bins recently parachuted into the Mission from Amsterdam and has already climbed into a San Francisco Municipal Transit Authority vehicle with city workers to discuss the neighborhood. One of them, Amaya, was born and raised here. She explains she used to hang with the wrong crowd and also shares her favorite Mission salsa venues with her.

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