Dos pasantes le dijeron a su jefe y artista local Sirron Norris que un hombre con un niño se detuvo el día sábado y comenzó a gritarles. “Les dijo que el mural era un mural bendito y que la persona a cargo no tenía ética ni moral, y que esto era una destrucción de la cultura”, dijo Norris.
“Mis pasantes lo reconocieron. Todos ellos solían ser grafiteros y lo conocen. Su nombre es SPIE, y el mural donde pintamos era su mural”.
“No me di cuenta. No sabía que este era un lugar sagrado de la doctrina del destino manifiesto. Esto se suponía que iba a ser para la comunidad. Se supone que todo mundo sea propietario de ese lugar”.
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El mural que Norris planeó con la ayuda de sus pasantes es una escena de la calle cuyos detalles están por terminarse pedazo a pedazo por todo mundo en la comunidad que se detenga a trabajar en el mural. Esto sucedería en una fiesta del barrio que se realizará el 19 de junio, de 11 a 3pm. Norris dijo que el dueño del Café Revolution y el Mercado para la Comunidad de la Misión –un mercado de agricultores y un espacio para música que tendrá eventos los jueves de 4 a 8pm- le pidieron que hiciera el mural en la calle Bartlett, entre las calles 21 y 22. El Café Revolution y el Mercado de la Comunidad se ofrecieron a cubrir el costo de los materiales, pero todo mundo que estaba trabajando en el mural, de acuerdo con Norris, ha estado contribuyendo voluntariamente y sin costo alguno. El mural cubrió una imagen de un jefe indio americano.
Pero Norris recuerda que antes de eso había un mural en ese mismo lugar “una increíble escena de la revolución” hecha por CUBA, un muralista de aerosoles que, como SPIE, tiene varios murales en la Misión (las obras de SPIE y CUBA se pueden apreciar en el libro: Street Art San Francisco).
Los pasantes de Norris le dijeron que varias personas se habían quejado con él sobre la pintura que cubría el mural de las calles 22 y Bartlett, y que el mismo CUBA se detuvo y les agradeció por haber dejado parte de su diseño, pero también les dijo que “era posible que tuvieran un problema”. Los pasantes, dijo Norris, no le dijeron sobre las advertencias porque no querían que se estresara.
Norris cree que su participación con el nuevo mural puede tener algo que ver con la controversia. Un artista comercial de formación, comenzó ha hacer murales al haber desarrollado relaciones independientes con propietarios de negocios, en lugar de haberlo hecho por medio de la escena de graffiti. “Nunca hice graffiti. Tal vez haya un código de ética con el cual no estoy familiarizado”.

Norris, quien abrió un estudio en la calle Valencia este mes pasado mes de abril, no es ningún extraño ante el vandalismo. Días antes de que su galería hubiera abierto, lanzaron un ladrillo a la vitrina de su estudio y destruyeron su característico logo, la caricatura de un oso, colocado en el escaparate. Cuando eso sucedió, le dijo a Mission Loc@l que “si uno se expone, uno puede salir herido”, y añadió que “simplemente pensé que con 37 años de edad, siendo un adulto tal vez la gente va a tratar la obra con el mismo respeto con que lo tratan a uno”.
Por el momento, dejará el mural en Bartlett tal y como está para que la gente en el barrio tenga la oportunidad de verlo y discutirlo. “La verdad es que quiero sentarme a hablar con este muchacho. Quiero a CUBA ahí. Quiero decirle: ‘quiero que tengas un lugar aquí en el mural’. Creo que eso es algo importante que se tiene que hacer. Él es parte de la comunidad”.
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