Eduardo Reyes logró su sueño en 2001 cuando compró un restaurante guatemalteco en la calle Misión.

Hoy día, después de once años de haber estado en el negocio, Reyes, propietario de Acaxutla, cerrará su restaurante de la calle Misión a finales del mes ya que no ha podido negociar un nuevo contrato arrendatario con su casero. Reyes no es el único que ha tenido irse.

Este año, por lo menos otros dos negocios que han batallado han tenido que irse de la calle Misión. Mil Colores, una tienda de ropa y General Merchandise, una tienda de electrónicos, se fueron este año después de que los respectivos caseros se negaron a firmar un nuevo contrato arrendatario. Gaby Salas, la propietaria de Charanga, le dijo a Mission Local el año pasado que tuvo que cerrar porque su casero también se negó a renegociar el contrato arrendatario.

Reyes, un inmigrante guatemalteco, se atrasó con la renta después de la crisis económica de 2008, ya que muchos de sus clientes —inmigrantes centroamericanos, en su mayoría— no tenían trabajo, dijo.

Eduardo Reyes tuvo que cerrar su restaurante de más de once años.

“Han perdido sus trabajos, y entiendo que no tengan dinero que gastar”, le dijo a Mission Local en 2009. “No los culpo”.

Reyes intentó revivir su restaurante, el cual se especializa en comida guatemalteca y salvadoreña, al servirle a nuevos residentes de la Misión, dijo. Reyes dejó de vender desayunos, lo que alguna vez fue su modelo de negocios— y empezó a concentrarse en cenas.

“Comenzamos a desarrollar una buena clientela para la cena”, dijo y agregó que pudo pagar la renta gracias al resurgimiento del negocio.

Aunque de bien poco sirve a estas alturas, dijo. Hace poco su casero le dijo que no le daría un contrato arrendatario. El último día del restaurante será el 30 de junio.

“Le recomendaría a los comerciantes que se aseguren de tener un contrato arrendatario”, dijo Reyes y aclaró que había estado en un contrato de mes por mes desde 2007. “Tenía una buena relación con mi casero, por lo que no me preocupé por tener un contrato arrendatario”.

Es un buen consejo, según Dairo Romero, de la oficina de Desarrollo Económico de la Misión.

“Los negocios no deberían estar en contratos de mes por mes”, dijo Romero, porque los exponen a los caprichos del mercado.

A tan sólo unas cuadras de distancia, Sandra Billorin cerró su boutique el primero de junio después de haber estado tres años en el negocio. Billorin se negó a hablar con Mission Local pero su casero declaró que la decisión de no renovar el contrato fue mutua.

Cuando Billorin habló con Mission Local después de haber abierto en junio de 2009, se sentía optimista de que su negocio tendría éxito, ya que muchas personas de la comunidad la conocían de los diez años que trabajó de mesera en el restaurante Jim’s a unas cuadras de distancia.

“No estaban ganando nada de dinero”, dijo Nidal Nazzal, hijo del casero. “Hay muchos lugares como el de ella en la calle Misión, uno necesita ideas nuevas y atractivas. Toda la Misión está cambiando”.

Bruce Chen, quien administra la propiedad en donde General Merchandise estaba en el 2221 de la calle Misión, declaró que sucedió algo parecido ahí.

“Los inquilinos anteriores estuvieron ahí durante diez años, y pudieron asegurar una renta mensual baja”, dijo. “Su contrato arrendatario se terminó, y ahora el casero quiere aumentar la renta a una cantidad más cercana a lo que el mercado ofrece, lo cual es un poco más alto del existente”.

La nueva renta —$5,400 por un espacio de 2,700 pies cuadrados, o aproximadamente $2 por pie cuadrado— es una cantidad modesta a comparación de la que se ofrece en la calle Valencia en donde en algunos casos, los precios han llegado hasta $5 dólares por pie cuadrado en algunos edificios.

“Estamos pidiendo de manera muy conservadora”, dijo Chen. “Tuvimos algunas peticiones, pero hasta ahora ninguna oferta. Veremos”.

El espacio que antes ocupaba General Merchandise en el 2221 de la calle Misión.

Lo mismo sucede con el exespacio de Mil Colores en el 2487 de la calle Misión en el que la renta también aumentó para corresponder la demanda actual.

“Recibimos algunas llamadas telefónicas”, dijo Nazzal en referencia al exespacio de Mil Colores. “Todo mundo está pensándolo”.

Nazzal declaró que ni él ni su papá se encuentran en apuros por ocupar el espacio. Están esperando algo con un buen concepto.

“La calle está cambiando. Ya casi está en el punto crítico”, dijo en referencia a los planes de la compañía con base en Austin Alamo Drafthouse de desarrollar un cine de cinco pantallas, con 900 butacas en el lugar del Cine New Mission.

“Los antiguos locales de la calle Misión se han estado yendo desde hace años, gradualmente”, dijo. “Hoy día hay diferentes tipos de personas que viven en la Misión. Más yuppies, gente que tiene dinero”.

En el restaurante de Reyes, los arquitectos y diseñadores han llegado y tomado medidas del espacio. El casero ya encontró un nuevo inquilino, dijo Reyes.

“[Mi familia] va a tener que buscar trabajo porque esto es lo que nos mantenía”, dijo. “Perdimos todo”.

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Rigoberto Hernandez is a journalism student at San Francisco State University. He has interned at The Oregonian and The Orange County Register, but prefers to report on the Mission District. In his spare time he can be found riding his bike around the city, going to Giants games and admiring the Stable building.

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